jueves, 21 de abril de 2011

La Recoleta

Testimonio de la riquísima Argentina de principios del siglo XX, sus avenidas, residencias y plazas traen a la memoria el París soberbio y patricio que fue su gran fuente de inspiración.


 
La Basílica Menor de Nuestra Señora del Pilar.
El lugar de Buenos Aires donde se dan cita los edificios y las boutiques más encumbrados y lujosos se organiza, curiosamente, alrededor de un cementerio. Eso sí, el más conspicuo de la ciudad. Se trata de la Recoleta, que debe su nombre a los monjes que en 1732 inauguraron su convento en el lugar, vecino a la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar. Cuando en 1822 los religiosos debieron abandonar el lugar el gobernador Gral. Martín Rodríguez, destinó parte de lo que era el huerto de los frailes a la construcción del cementerio que la creciente aldea necesitaba. Se lo bautizó como Cementerio del Norte, pero desde ese tiempo se lo llamó la Recoleta. El lugar fue diseñado por el ingeniero Próspero Catelin y los primeros entierros fueron los de un párvulo liberto, llamado Juan Benito.

En 1886, el arquitecto Buschiazzo construyó su característico pórtico de estilo dórico, sombreado por dos magníficos gomeros de la India, a partir del cual se abre un pequeño dédalo de callecitas orladas por mausoleos que albergan a los difuntos más patricios de Buenos Aires y a unos cuantos próceres y figuras públicas nacionales. Tal vez una de las bóvedas más solicitadas sea la que guarda los restos de Eva Perón, pero hay muchas otras destacables tanto por su arquitectura, como por la historia de su ilustre huésped.

Junto al de Père Lachaise y el cementerio judío de Praga, el de la Recoleta está incluido en la lista de los más atractivos del mundo. El fuerte contraste que se impone entre el lugar y sus alrededores, donde prima el mundanal ruido, se hace presente en el paredón que da a la calle Vicente López, frente al complejo de cines Village Recoleta, lugar donde Juan Manuel de Rosas, uno de los gobernantes de la Argentina en el siglo XIX y actual huésped del cementerio, hacía fusilar a sus adversarios políticos.

Contigua a la entrada de la Recoleta se encuentra la Basílica Menor de Nuestra Señora del Pilar (Junín 1892), inaugurada en 1732 y remodelada en 1930 (doce años más tarde se la declaraba Monumento Histórico Nacional por tratarse de una acabada muestra de la arquitectura colonial de Buenos Aires, que en este caso, dirigió Andrés Blanqui, el arquitecto de la Compañía de Jesús). Su altar mayor, de estilo barroco, está recubierto de plata y en su interior se conservan algunas muestras de imaginería española, como la talla de San Pedro Alcántara, de Alonso Cano.

Cuando la avenida Callao era el límite de la ciudad, la zona era conocida como tierra del fuego y allí se reunían lavanderas y matarifes que, en ese rincón alejado sobre el río, mezclaban trabajo y ocio. Más tarde los inmigrantes españoles lo hicieron escenario de las romerías de la Virgen.

Junto al edificio de la Iglesia se encuentra el Centro Cultural Recoleta, en el que fuera el Hogar de Ancianos General Viamonte, que funcionó hasta 1978. El edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional y totalmente reconstruido en 1980: la obra que intentó rescatar las partes antiguas y originales estuvo a cargo de importantes arquitectos nacionales como Jacques Bedel, Luis Benedit y Clorindo Testa. En el murallón se lucen unas estatuas que pertenecieron al Banco de la Provincia de Buenos Aires y que, hechas en Génova, en 1873, representan a las ciencias, las artes y la producción. El Centro es un activo espacio para muestras de arte contemporáneo (ver Museos) y allí funciona el Museo Interactivo de Ciencias (ver Chicos).

El edificio continúa en un shopping dedicado al diseño y la decoración, llamado Buenos Aires Design, que alberga además un centro de convenciones y algunos restaurantes en su terraza de vista panorámica. En esa plaza funciona una conocida feria artesanal los fines de semana.

En diagonal, se destaca el Museo Nacional de Bellas Artes (Libertador 1743), remodelado en 1937 por Alejandro Bustillo en lo que fuera un antiguo edificio de la empresa proveedora de aguas, por entonces Obras Sanitarias de la Nación (sobre la colección del MNBA, consultar Museos). A través de un puente peatonal que cruza la avenida Figueroa Alcorta, se llega a la Facultad de Derecho. Erigida en 1949, el edificio semeja un templo dórico, con su gran escalinata y la imponente hilera de columnas: en su Aula Magna se ofrecen conferencias y conciertos y también existe una pinacoteca.

Enfrente, por Figueroa Alcorta, en la plaza Naciones Unidas, se luce una de las últimas adquisiciones de la ciudad en materia de ornamentación: la Floralis Generica, una gigantesca flor de aluminio y acero, cuyos pétalos se abren y se cierran. La diseñó y la mandó a construir Eduardo Catalano, arquitecto argentino residente en los Estados Unidos, quien la donó a la ciudad. Se trata de una estructura de metal con seis pétalos que se abre durante el día y se cierra al anochecer: el 25 de mayo, el 21 de septiembre y el 24 y 31 de diciembre la flor queda abierta todo el día.

La continuidad de los parques lleva, por Figueroa Alcorta, al predio que ocupa el edificio de ATC, el canal estatal, una construcción inaugurada en 1978 para el Mundial de fútbol. ATC fue el primero en transmitir en color en el país. Enfrente, la Plaza República Oriental del Uruguay y cruzando Libertador, el imponente edificio de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), que alberga dos millones de piezas, entre los libros y la hemeroteca, considerada la más importante de Latinoamérica. El edificio, un diseño de Clorindo Testa, tiene seis pisos y tres subsuelos, varias salas de lecturas y un auditorio, en el primer piso, donde se escuchan interesantes conciertos de música clásica. Lo rodea la Plaza Rubén Darío, donde se observa un monumento a Eva Perón: en el predio que ocupa la Biblioteca se alzaba la quinta de la familia Unzué que fue, desde 1937, residencia de veraneo de los presidentes de la Nación. Allí vivió el matrimonio Perón, allí murió Evita y el general permaneció hasta su derrocamiento en 1955. Poco después, la residencia fue demolida para evitar, dicen, que se transformara en un sitio de devoción popular.

Hacia la Recoleta, la Plaza Rubén Darío enfrenta a la Plaza Mitre (Libertador entre Agote, Agüero y República del Líbano): subiendo la barranca, se llega al monumento ecuestre del prócer y a la rotonda de Gelly y Obes, a la que dan varias esquinas de lujosos edificios de estilo francés, uno de ellos, la embajada del Reino Unido.

A un par de cuadras del lugar, yendo por Libertador hacia Palermo, el Museo de Arte Decorativo exhibe una colección de más de 4.000 piezas que abarcan desde esculturas romanas hasta platería contemporánea, pero lo más significativo de todo es el edificio mismo, el antiguo Palacio que perteneció al matrimonio de Matías Errázuriz y Josefina Alvear. Diseñado por el arquitecto francés René Sergent en 1911, la Primera Guerra Mundial demoró su construcción seis años. Los paisajistas y decoradores que participaron del proyecto eran europeos, como también los materiales (espejos, mármoles, carpintería: todo se trajo listo para instalar). Para botón de muestra, baste saber que el Salón de Madame, donde acostumbraba a recibir la señora de Errázuriz, está adornado por un óleo de Fragonard y una escultura de Rodin.

Volviendo hacia la Recoleta, a la altura que Libertador se abre y nace la Avenida Alvear, una estatua ecuestre conmemora al General Carlos María de Alvear. Fue realizado por Antonio Bourdelle, escultor discípulo de Rodin. Compañero de armas del General San Martín, llegó a ser Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, es decir, la Argentina de esos tiempos.

Enfrente, en la calle Posadas, aristocrática y tranquila, el Palais de Glace (Posadas 1725) cuenta una historia que poco tiene de heroica pero mucho de sabor local: fue una pista de patinaje sobre hielo construida en 1911 y que funcionó como tal hasta 1921. Después, ya cubierta con madera, la pista recibió a los elegantes de la noche porteña que iban a allí a bailar tango siguiendo el compás de la orquesta de Roberto Firpo o Julio De Caro (y en 1914, fue escenario del inicio de una pelea en la que Carlos Gardel terminó herido de bala). En 1932, las noches del Palais de Glace dejaron de existir y en cambio, dieron lugar a las Salas Nacionales de Exposición función que, con excepción de un lapso en que fueron set de televisión, aún mantienen.

Fue el intendente Torcuato de Alvear, entre los años 1880 y 1887, quien le dio a la Recoleta el sabor afrancesado que hoy luce, al modificar las calles y paseos del barrio. La avenida Quintana, llamada la Calle Larga, conectaba el antiguo convento con el casco viejo de la ciudad: hoy termina en La Biela, uno de los cafés más conocidos y agradables de Buenos Aires, frente a los gigantescos y refrescantes gomeros.

La extraordinaria Avenida Alvear, llamada alguna vez Bella Vista, fue trazada por el mismo intendente y bautizada en honor a su padre.

Pero él también cuenta con monumento propio: se trata de una columna coronada por una imagen alada, la Gloria, que incluye un busto de Torcuato y tres bajorrelieves que sintetizan lo más importante de su obra: la apertura de la Avenida de Mayo, buena parte del asfalto de la ciudad y el arreglo de la Recoleta.
Los edificios más elegantes la bordean, y entre ellos se destaca el histórico Alvear Palace Hotel (ver Hoteles). Cruzando Callao, Ralph Lauren ha recuperado con todo esplendor un magnífico petit hotel para su casa central (Alvear 1780). Una cuadra más adelante, en el 1690, el antiguo Palacete Casares, hoy la sede de la Casa Nacional de la Cultura. Muy cerca, el Palacio Duhau alberga al flamante Park Hyatt Buenos Aires y es vecino del Palacio de la Nunciatura, obra del arquitecto francés Eduardo Lemonnier.

La avenida Alvear comienza en la plazoleta Carlos Pellegrini, frente a la plazoleta con la estatua de este político y ex presidente de la Nación, a la que rodean edificios principales: el Jockey Club (1435), en lo que fuera el Palacio Unzué de Casares, la Embajada de Brasil (ex Residencia Pereda) y la de Francia, en lo que fue la residencia Ortiz Basualdo y donde en 1925 se hospedó el Príncipe de Gales y su comitiva.

En esas mismas calles, claro, están las tiendas más exclusivas de la ciudad: marcas internacionales como Armani, Hermès, Escada, Louis Vuitton, Cartier alternan con las nacionales más sofisticadas, ya sea en locales a la calle como en el sofisticado Patio Bullrich y en la pequeña y encantadora Promenade Alvear, llena de agradabilísimas sorpresas.


Museo Nacional de Arte Decorativo Av. del Libertador 1902. 4802-6606 / 4801-8248. museo@mnad.org. http://www.mnad.org/. De martes a domingos de 14 a 19. Hay visitas guiadas a las 16:30 y 17:30, algunas en castellano, otras en inglés. Consultar. También visita autoguiada con walkman en castellano e inglés.

Cementerio de la Recoleta
Junín 1760. 4804-7040/ 4803-1594. De 7 a 17:45. Visitas guiadas. En español: martes, jueves, viernes, sábados y domingos, a las 11 y a las 15. En inglés: martes y jueves, a las 11. En portugués: los viernes a las 11. Se suspende por lluvia. Gratis.

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