sábado, 21 de mayo de 2011

Polémica por la nueva sede del Museo del Cine

 Se discute si el edificio es apropiado y la construcción de una bóveda para el archivo.
Hace días parecía que se había alcanzado la solución definitiva: fue cuando el ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi anunció que el 22 de junio se inaugurará la nueva sede para el Museo del Cine “Pablo Ducrós Hicken”.

Es que a pesar de contar con una de las colecciones de archivos cinematográficos más importantes de Latinoamérica –en 2008 se encontró una copia íntegra y sin censura de la mítica Metrópolis de Fritz Lang– hace cuarenta años que la institución viene deambulando por distintas sedes transitorias, seis en total, hasta recalar el galpón de Barracas donde actualmente funciona. Decir funciona resulta incluso exagerado. Dada la precariedad de las instalaciones, el acervo del museo está cerrado al público y solo es accesible a los investigadores que se animan a estos depósitos industriales donde libros y guiones históricos están guardados en cajas de cartón, al amparo de la humedad, y las latas de fílmico se pudren.

Consciente de este drama, Lombardi dispuso la habilitación de su sede definitiva en un anexo de la Usina de la Música, ubicado en Caffarena 49, La Boca. Parecía el final del problema, si no fuera por la reacción del personal del museo, que se niega al traslado. Nicolás Bartolucci, ex delegado de los trabajadores del Museo y actual portavoz de su asamblea, argumenta que, sencillamente, las colecciones no caben en este edificio. Y que el anuncio de la nueva ubicación sólo tiene sentido dentro del marco de la campaña: “es una inauguración improvisada para la foto”, dijo.

Atrás de esta postura también están los diputados porteños de la oposición quienes consideran que solo se trata de una operación de maquillaje. El martes pasado, la comisión de Cultura de Legislatura votó a favor de un proyecto de ley para la declaración de la emergencia patrimonial de las colecciones del Museo. El proyecto, de la diputada Rocío Sánchez Andía y Fernando Sánchez, ambos de la Coalición Cívica (C.C.), obliga al Ejecutivo a construir una bóveda de conservación para los rollos de película, que respete los estándares establecidos por la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (F.I.A.F.). Esta sería la primera de una larga lista de medidas para frenar el deterioro de las películas que, según estos expertos, en las condiciones actuales no durarían más de diez años.

Lombardi, por su parte, dijo a Clarín que su iniciativa soluciona parte del problema: todo el material de exhibición del Museo vuelve a ser accesible al público. Respecto de la bóveda para conservar el archivo, explicó: “hace muchos años que ese archivo está en malas condiciones de conservación: no sólo estamos de acuerdo en que hay que construir un depósito especial; la licitación de esa obra ya está programada, para septiembre”. Respecto de la queja de los trabajadores, que la colección no va a entrar en la nueva sede, el ministro explica que “no puede estar en en el mismo lugar, porque parte del material fílmico que se conserva contiene nitrato, que es autoexplosivo”.

El nudo de la cuestión es esta bóveda, que para los autores del proyecto es la protagonista, pero que en el plan oficial recién aparece en una segunda etapa. Los entendidos calculan que su construcción rondaría los diez millones de pesos. No por nada, el proyecto propuesto por la C.C. ahora tendrá que pasar por la comisión de presupuesto.

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