martes, 19 de abril de 2011

El patrimonio de la ciudad

Marta Lucía Agostini de Varela
Para LA NACION


Recientemente, Buenos Aires celebró por primera vez el Día del Patrimonio Arquitectónico y Paisajístico de la ciudad según lo establecido por la ley 3628. Con tal motivo se llevaron a cabo actos para reflexionar sobre los avatares de la protección patrimonial en nuestra amada y a veces tan maltratada Reina del Plata.

Pocos discuten hoy la importancia de la preservación del patrimonio para una sociedad, entendido como el conjunto de bienes intangibles y tangibles que se transmiten de una generación a otra. La memoria, las tradiciones, las expresiones culturales, entre los primeros, son constitutivos de la identidad de un pueblo. Pero no menos importantes son las concreciones materiales de esa acción cultural. Precisamente, es el patrimonio construido el que se recuerda en esa fecha.

Las voces no son tan unánimes cuando se debate sobre qué es lo que hay que conservar y qué no. Las posiciones tienden a tensarse entre dos extremos opuestos: por un lado están quienes consideran que todo tiene carácter histórico o patrimonial, y en consecuencia debe ser preservado, y por el otro, aquellos que ven en los restos del pasado sólo "cosas viejas", y por lo tanto desechables en nombre de la renovación y la modernidad.

Esta tensión entre enfoques aparentemente irreconciliables no es un fenómeno nuevo; el estudio de la historia nos demuestra que ya hemos pasado por situaciones similares. En efecto, a fines del siglo XIX y principios del XX, Buenos Aires, una vez que fue erigida en capital de la República, se dedicó fervientemente a deshacerse de su tradición hispánica y todo lo que recordara su pasado colonial.

La Casa de los Pavos Reales

Las polémicas no estuvieron ausentes. Una de ellas fue la que ocasionó la ya por entonces añeja Pirámide de Mayo. En el marco de la modernización de la ciudad, el intendente Torcuato de Alvear ordenó que fuera derribada. Sin embargo, el Concejo Deliberante, en la sesión del 8 de abril de 1884, manifestó "que los monumentos públicos, que las naciones levanten, para la perpetuación de los hechos gloriosos de su historia deberán ser conservados con religioso respeto por la posteridad independientemente de su valor artístico".
Precisamente por ese hecho, que podríamos considerar fundante de la preservación patrimonial en nuestra ciudad, se estableció que el 8 de abril de cada año se festejara el Día del Patrimonio Arquitectónico y Paisajístico.

                                                             Ex Confiteria El Molino

En materia legislativa se ha avanzado con la sanción de numerosas catalogaciones, las reglamentaciones de una gran cantidad de areas de Protección Histórica y la renovación del denominado Procedimiento de Promoción Especial de Protección Patrimonial (ley 3680), que obliga a que todo permiso de obra o demolición de los inmuebles anteriores a 1941 sean previamente evaluados por el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales, para determinar si deben ser preservados o no.

Sin embargo, es mucho lo que aún queda por hacer. Personalmente, considero que hay dos temas que deben ser impulsados. El primero es que los propietarios de bienes patrimoniales deben ser compensados, para que no sientan la catalogación como un "castigo" que menoscaba el valor económico de sus inmuebles. Entre los medios para lograr esto, propusimos el procedimiento conocido como "transferencia de la capacidad constructiva", actualmente en estudio, que les permitirá tener un incentivo económico que los respalde para defender sus propiedades.

La Casa Mínima

El otro, superar el estadio de preservaciones de edificios individuales y avanzar en la protección de áreas, conjuntos, entornos, perspectivas, alturas; en definitiva, el paisaje entendido integralmente.
Es necesario poner el acento en el extraordinario patrimonio verde que posee nuestra ciudad, constituido por sus parques, plazas y jardines. Los mismos fueron diseñados y construidos por grandes paisajistas y merecen la misma protección que las obras arquitectónicas, aunque reconociendo su especificidad. Los jardines son obras de arte de extremada fragilidad, sometidas a agresiones de todo tipo, y por lo tanto deben recibir un tratamiento especial para su conservación.

Por este motivo he presentado un proyecto de ley que tiene como objetivo elaborar un catálogo de los parques, plazas y jardines históricos de la ciudad de Buenos Aires. Allí se instituyen como criterios de selección sus valores históricos, paisajísticos y su singularidad, y también se establece que las intervenciones por realizar podrán ser de mantenimiento, conservación, restauración o recuperación, y que deberán basarse en una exhaustiva investigación que incluya la documentación histórico-paisajística respectiva, evidencias arqueológicas y demás datos pertinentes.

Esperemos que en el futuro el 8 de abril sea un pretexto para profundizar nuestros conocimientos, reflexionar sobre las importantes implicancias que el cuidado del paisaje urbano tiene sobre nuestra vida cotidiana y comprometernos con la defensa de nuestra herencia, por nosotros y por nuestros descendientes.

La autora es legisladora de la ciudad de Buenos Aires por Pro

No hay comentarios:

Publicar un comentario