sábado, 23 de abril de 2011

“Buenos Aires es inexplicable, te enamora y no sabés por qué”

Vivió en París, Londres y su Montevideo natal, donde tuvo un gran amor. Pero dice que le es fiel a su alma porteña.
 
 CHINA ZORRILA. ACTRIZ. A LOS 89 AÑOS, ESTRENO OBRA EN EL TEATRO DEL GLOBO. 
Abre las puertas de su casa y recibe con pura ternura. China “es” pura ternura. Y resulta que, además de ser la señora actriz del Río de la Plata, la mujer que pisó mil escenarios durante toda su vida, la de aquellas frases inolvidables en la pantalla grande, y la única que fue capaz de fastidiar con mucha gracia a Mirtha Legrand, también es una buena anfitriona. El café favorito hoy se toma en su casa: y ahí está ella, tierna y serena, para hablar de la vida, del amor, de los miedos por lo que vendrá y también del trabajo. ¿Se puede trabajar a los 89 años? Para China Zorrilla (que se estira para redondearse en los 90 en cada charla) parece que sí, y que hasta resulta una buena terapia en el mejor lugar del mundo: el escenario. Desde la semana pasada China hace “Las d´enfrente” en el Teatro del Globo. Y dice que le gusta mucho.

¿Por qué la disfruta tanto?
La obra es cómica, divertida ¡y es muy graciosa! Y el teatro estalla en una gran carcajada con la última frase que dice una de “mis hijas”. ¡Es tanto lo que se ríen que no les importa el final!
China ríe, pero también está preocupada por su agenda. Está con el estreno, muchas entrevistas, y eso la mantiene ocupada y entretenida, pero también un poco cansada. Hoy tiene la casa llena de adornos, de rico perfume y también hay un piano que le gusta tocar. “Lo toco mal, pero qué importa, toco lo que me divierte a mí”, dice, y ríe.

Flor, su perrita yorkshire, ronca detrás de la mesa. Del otro lado, hay un estante que le dispara varios recuerdos: primero repasa los años que vivió en París (“París es toda mi niñez”), después recuerda su amor por su Montevideo natal (donde creció en una familia patricia y actuó todos los clásicos de las tablas), y también aquel que la hizo sufrir por un montevideano que le rompió el corazón (“Me enamoré perdidamente. El era algo impresionante. Cuando salíamos la gente se daba vuelta a mirarlo, las mujeres comentaban con sus maridos. Pero se murió a los 26 años. Y cuando murió salió en un diario de París “hoy murió en Montevideo el hombre más lindo del mundo”), lamenta. Y antes de hablar de Buenos Aires (“yo nací porteña”, dirá), le dedica varias sonrisas a Londres, donde fue becada por el British Council para estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art. “Cuando llegué me di cuenta que no hablaba inglés y terminé recitando un poema en francés en la audición. Los ingleses se mataban de risa, creían que era un chiste”, recuerda.
Y quiere hablar de amor. Y justo ella, que siempre fue la heroína de las solteras, la primera en defender su derecho a esperar el amor verdadero más allá de la edad, ahora dice que está arrepentida. “En el fondo tengo la idea de que no me casé y que estoy sola en el mundo. Tuve cuatro hermanas mujeres y ellas no saben que yo las envidio porque tuvieron marido. Pero igual cuando ‘el que te dije’ me diga ‘se terminó la farra’ yo me voy a ir muy contenta. Tuve la vida que quería. No me casé, ni tuve hijos, pero hice muchas cosas. Viví con mayúsculas y ahora estoy en la dulce espera. Pienso siempre en la muerte. Sin embargo no hay otra que esperar. Mientras tanto tuve suerte en la vida. Fui feliz”.

Y ahora sí, con Flor encima, y el piano cerca, habla de Buenos Aires. “Hace 20 años que vivo en esta misma cuadra de Recoleta, los vecinos me conocen, me dicen que me ven en la tele y hasta me piden que les cuente el final de la novela. Esta calle es como un barrio. Mis amigas coquetas me quieren llevar a Palermo ¡pero yo no quiero! Es cierto: no sé cómo viví en otras ciudades, pero tampoco sé qué es lo que me gustó tanto de Buenos Aires. Es inexplicable, es como cuando te enamorás, que no sabés por qué es”, dice China. Y antes de acompañar a la puerta regala una más de las suyas: “Siento que Buenos Aires es como mi casa, una casa más grande que la de antes. Y que la calle en la que vivo se llame Uruguay es un hermoso chiste. Era como si me estuviera esperando”, celebra.

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