(diciembre 2010, en una milonga de Palermo)
-ché, ¿tenés una fecha para enero? estoy ensayando hace unos meses y quiero empezar con las exhibiciones
-¿ah sí? qué bien, bueno, llamáme en el 2012…
La anécdota que acabábamos de escuchar de boca de un conocido organizador provocó un aquelarre en el taxi que compartí de vuelta a casa con tres amigas. Una de ellas, ya profesional reconocida, recordaba cuánto tiempo y dedicación le llevó presentarse en público. Finalmente, cuando las cuatro colgamos la escoba, coincidimos en que es de humanos eso de creérsela, de pensar que bailamos “divino” y que la gente quiere vernos en la pista.
mirá como le sale el boleoa…Fotos gentileza Semeon Kukormin
Cuánto hubiera dado yo por tener un poquito de gracia, o haberme apiolado hace 20 años, cuando florecía el fenómeno y las pistas se llenaban de bailarines sin otra vocación que el abrazo. Lástima. Llevo 10 años intentándolo y todavía no me sale bonito, pero a estas alturas no me trago cualquier sapo: puedo adivinar quién tiene un don y quién se mata laburando, quién está por amor y quién por la “platita”.
Gracias por la foto, Semeon
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